martes, 10 de junio de 2008

Niños Globalizados


Más de 200 millones de niños son trabajadores explotados

Millones de niños y niñas trabajan en minas, en fábricas podridas de dinero, hacinados, empantanados en basura o cargando piedras durante horas. Globalizados.


No juegan a otro juego que no sea el de escapar engañando a la muerte y al asco. Sin nintendos ni playstations, sin más juguetes que sus cuerpos rotos, cosiendo día y noche las zapatillas que yo me pongo y los balones con los que nunca jugarán al fútbol. Según la Organización Internacional del Trabajo, más de 200 millones de niños y niñas explotados. Niños que se hacen grandes sin llegar a serlo, niñas que son mujeres sin haber crecido, niños y niñas huérfanos de niñez, niños sin risas, niñas y niños de rostro herido y mirada rota, niños cansados como adultos, niñas y niños hartos de trabajar sin descanso. Carne de cañón. Globalizados. Niños de cinco años ya obreros, niñas de seis o siete sirvientas, de ocho, de nueve o de diez u once explotados. Niños de 12 años asesinados por decir que no son esclavos que son niños que quieren llegar a ser hombres y mujeres libres, como Iqbal Masih, asesinado. Niños y niñas que trabajan entre cianuro para que los ricos grandes tengan oro, mucho oro, mucho oro para los ricos grandes que cuidan con amor y miman entre algodón a sus niños, amorosos ricos grandes con los suyos y amos sin piedad de los otros niños. Niños contratados sin contrato, empleados de soldados, de carniceros precoces, de albañiles, prostituidos, de piel mojada y boca seca a todas horas, harapientos, con manos llenas de callos a los cinco años, de callos (supongo yo) globalizados; niñas y niños de alma prieta y sangre amorfa, sudorosos, medio muertos ¿qué será para ellos una escuela?, ¿podrán esos niños tener de noche sueños? me pregunto si podrán oír otra música que no sea la de sus toses. Millones de niños trabajadores muertos, o medio muertos a punto de caer exhaustos.

La globalización avanza, los beneficios baten todos los records. Los empresarios están contentos. Qué más les da entonces que haya millones de niños muertos por trabajar para ellos.

Juan Torres López

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